Oficio de Lecturas
SALMODIA
Ant. 1. Levántate, Señor, y ven en mi auxilio.
Salmo 34, 1-2. 3c. 9-19. 22-24a. 27-28
SÚPLICA CONTRA LOS PERSEGUIDORES INJUSTOS
Se reunieron... y se pusieron de acuerdo para detener a Jesús con engaño y matarlo (Mt 26, 34).
I
Pelea, Señor, contra los que me atacan,
guerrea contra los que me hacen guerra;
empuña el escudo y la adarga,
levántate y ven en mi auxilio;
di a mi alma:
"yo soy tu victoria".
Y yo me alegraré con el Señor,
gozando de su victoria;
todo mi ser proclamará:
"Señor, ¿quién como tú,
que defiendes al débil del poderoso,
al pobre y humilde del explotador?".
Se presentaban testigos violentos:
me acusaban de cosas que ni sabía,
me pagaban mal por bien,
dejándome desamparado.
Ant. Levántate, Señor, y ven en mi auxilio.
Ant. 2. Juzga, Señor, y defiende mi causa, tú que eres poderoso.
II
Yo, en cambio, cuando estaban enfermos,
me vestía de saco,
me mortificaba con ayunos
y desde dentro repetía mi oración.
Como por un amigo o por un hermano,
andaba triste;
cabizbajo y sombrío,
como quien llora a su madre.
Pero, cuando yo tropecé, se alegraron,
se juntaron contra mí
y me golpearon por sorpresa;
me laceraban sin cesar.
Cruelmente se burlaban de mí,
rechinando los dientes de odio.
Ant. Juzga, Señor, y defiende mi causa, tú que eres poderoso.
Ant. 3. Mi lengua anunciará tu justicia, todos los días te alabaré, Señor.
III
Señor, ¿cuándo vas a mirarlo?
Defiende mi vida de los que rugen,
mi único bien, de los leones,
y te daré gracias en la gran asamblea,
te alabaré entre la multitud del pueblo.
Que no canten victoria mis enemigos traidores,
que no hagan guiños a mi costa
los que me odian sin razón.
Señor, tú lo has visto, no te calles,
Señor, no te quedes a distancia;
despierta, levántate, Dios mío,
Señor mío, defiende mi causa.
Que canten y se alegren
los que desean mi victoria,
que repitan siempre: "Grande es el Señor"
los que desean la paz a tu siervo.
Mi lengua anunciará tu justicia,
todos los días te alabaré.
Ant. Mi lengua anunciará tu justicia, todos los días te alabaré, Señor.
VERSÍCULO
V. Hijo mío, conserva mis palabras.
R. Conserva mis mandatos y vivirás.
PRIMERA LECTURA
De la primera carta a los Corintios 5, 1-13
JUICIO CONTRA LA INMORALIDAD
Hermanos: De hecho, se oye decir que entre vosotros reina la lujuria; pero una lujuria tal, que ni siquiera entre los gentiles; porque llega al extremo de tener uno por mujer a su madrastra. Y vosotros, tan hinchados de orgullo, ¿cómo no lo deplorasteis, para hacer que desapareciese quien tal hizo?
Pues bien, yo, ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, he dado ya mi sentencia, como si me encontrase ahí, contra el autor de esa mala acción. En el nombre de Jesús, Señor nuestro, congregados en asamblea vosotros y mi espíritu, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, he determinado que sea entregado ese tal a Satanás, para su ruina material, a fin de que su espíritu sea salvo en el día de Jesús, el Señor. No es vuestra jactancia de buena ley. ¿No sabéis que un poco de levadura fermenta toda la masa? Tirad fuera la levadura vieja para que seáis una masa nueva, ya que ahora sois panes ázimos, pues Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado. Así, pues, celebremos nuestra fiesta no con la vieja levadura ni con levadura de malicia y perversidad, sino con los panes ázimos de pureza y verdad. Os escribí en una carta que no tuvierais trato alguno con los deshonestos. No me refería en general a los deshonestos de este mundo, ni a los avaros, ni a los ladrones, ni a los idólatras; para eso tendríais que escapar de este mundo. Os escribí que no tuvierais trato alguno con el que, llevando el nombre de hermano, fuese deshonesto, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón. Con estos tales, ¡ni comer! Porque, ¿cómo va a tocarme a mí juzgar a los de fuera de la Iglesia? ¿No juzgáis vosotros a los de dentro? Dios juzgará a los de fuera. Arrojad al perverso de en medio de vosotros.
RESPONSORIO 1 Co 5, 7. 3; Rm 4. 25
V. Tirad fuera la levadura vieja para que seáis una masa nueva, pues Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado.
R. Así, pues, celebremos nuestra fiesta con el cuerpo del Señor.
V. Fue entregado a la muerte por nuestros pecados, y resucitado para nuestra justificación.
R. Así, pues, celebremos nuestra fiesta con el cuerpo del Señor.